En el año 2014, a tan solo 500 días de haber asumido el liderazgo de la Iglesia Católica, el papa Francisco concedió una entrevista al periodista argentino Pablo Calvo, del diario Clarín. Esta conversación, que se desarrolló durante aproximadamente una hora y media en la Casa de Santa Marta en Roma, se convirtió en un reportaje titulado Francisco Íntimo. Lejos de los discursos formales o los tópicos religiosos convencionales, el Papa mostró una imagen cercana, profundamente humana y social, como ha sido su estilo desde el inicio de su pontificado.
Durante esta conversación, marcada por la calidez y la honestidad, hubo un momento particularmente emotivo y revelador. Luego de que ambos recordaran la canción All you need is love de Los Beatles, el periodista le lanzó una pregunta directa: “¿Cuál es la fórmula de la felicidad?”. La respuesta del Papa no fue un sermón ni una doctrina teológica compleja. Fue un decálogo simple, profundo y humano, que refleja su visión del mundo y su esperanza para la humanidad.
A continuación, compartimos y reflexionamos sobre cada uno de los puntos de este decálogo, que más allá de pertenecer a una religión en particular, contiene enseñanzas universales sobre cómo vivir mejor.
1. Vive y deja vivir
Este principio, tan sencillo como poderoso, nos invita a respetar la libertad de los demás. El Papa lo expresó con una frase popular entre los romanos: “Anda adelante y deja que la gente vaya adelante”. En otras palabras, se trata de avanzar sin obstaculizar la vida de los demás, de vivir sin imponer, sin juzgar, sin cargar con el deseo de controlar al prójimo. Esta es, según Francisco, la primera condición para alcanzar la paz y, por ende, la felicidad.
2. Entregarse a los demás
Para el Papa, el egoísmo es uno de los grandes males de nuestra época. Usó una metáfora clara: “El agua estancada es la primera que se corrompe”. Quien no se entrega a los demás, se aísla y se estanca, y termina por deteriorarse en su propio encierro. La vida cobra sentido cuando se comparte, cuando se da algo de uno mismo a los demás. Entregarse no significa sacrificarse en exceso, sino encontrar alegría en la generosidad.
3. Moverse remansadamente
Inspirado por la novela Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes, el Papa habló de la transición entre la juventud y la madurez. Comparó el ímpetu juvenil con un arroyo pedregoso y la sabiduría de la madurez con un río tranquilo. Francisco nos invita a movernos por la vida con calma, con humildad, sin atropellar, y valorando la sabiduría de los ancianos, quienes representan la memoria viva de nuestros pueblos.
4. Jugar con los niños
La cultura del consumismo ha invadido nuestro tiempo libre. Se pierde el ocio sano, el espacio para leer, crear, imaginar y compartir. Para el Papa, jugar con los niños es fundamental: no solo fortalece los vínculos familiares, sino que construye una sociedad emocionalmente más saludable. “Es una cultura sana”, dijo Francisco, y aunque reconoció que muchas veces el trabajo impide compartir tiempo con los hijos, enfatizó que es esencial hacerlo.
5. Compartir los domingos con la familia
En una reunión con trabajadores y estudiantes en Campobasso, Francisco respaldó el reclamo por el domingo no laborable. El domingo, como símbolo, es el día de la familia, del reencuentro, del descanso compartido. En tiempos donde todo parece urgente, recuperar un día para los afectos y para uno mismo es más necesario que nunca.
6. Ayudar a los jóvenes a conseguir empleo
Francisco alertó sobre un drama silencioso que afecta a millones de jóvenes en el mundo: el desempleo. La falta de oportunidades no solo genera frustración, sino que empuja a muchos hacia la drogadicción o el suicidio. Para el Papa, no basta con dar asistencia: hay que brindar herramientas concretas, oficios, formación técnica. “La dignidad te la da el llevar el pan a casa”, afirmó, resaltando el valor del trabajo como fuente de identidad.
7. Cuidar la naturaleza
El Papa ha sido una de las voces más firmes dentro del mundo religioso en defensa del medio ambiente. En su encíclica Laudato Si’ profundiza esta preocupación. Pero ya en esta entrevista de 2014 señalaba que uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo es cuidar la creación. La naturaleza no es un recurso infinito, y maltratarla es atentar contra el futuro de las nuevas generaciones.
8. Olvidarse rápido de lo negativo
Según el Papa, hablar mal del otro es reflejo de una baja autoestima. En lugar de buscar crecer, quien critica destructivamente busca rebajar al otro para sentirse menos pequeño. Francisco sugiere liberarse de los pensamientos negativos, no aferrarse al rencor ni al juicio constante. Olvidar lo negativo no significa negar los problemas, sino aprender a superarlos y mirar hacia adelante con esperanza.
9. Respetar al que piensa distinto
La verdadera convivencia no se basa en imponer ideas, sino en dialogar desde la identidad propia. El Papa se mostró crítico del proselitismo religioso que busca convencer a toda costa. Para él, la Iglesia no crece por presión o imposición, sino por atracción, por el ejemplo. Este principio puede extrapolarse a toda convivencia: se trata de escuchar, comprender, y construir puentes, no muros.
10. Buscar activamente la paz
Finalmente, Francisco habló sobre la necesidad urgente de paz en un mundo herido por múltiples conflictos. Recordó que, aunque muchas veces la paz se confunde con la pasividad, en realidad es un proceso activo, que requiere esfuerzo, compromiso, y sobre todo, una voluntad constante de evitar la violencia y la destrucción. La paz es, según sus palabras, un clamor que debe ser gritado.
Un mensaje universal
Este decálogo no tiene un sello exclusivo del catolicismo, sino que recoge valores universales aplicables a creyentes y no creyentes. Francisco logra condensar en diez puntos una filosofía de vida que pone en el centro a la persona, a la familia, a la comunidad, a la naturaleza y al amor al prójimo.
En un mundo agitado por las prisas, la competencia, el consumo y la polarización, estas diez recomendaciones resuenan como un llamado a volver a lo esencial. Son un recordatorio de que la felicidad no se compra ni se conquista por la fuerza, sino que se construye con actos simples, cotidianos, y profundamente humanos.
Y tú, ¿cuántos de estos principios aplicas en tu vida? ¿Cuál de ellos te gustaría comenzar a vivir hoy?