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VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: FELIPE SANTO.

Felipe santo,
Felipe higuera,
Felipe, signo
de nuestra América.

Haznos apóstoles,
de Dios profetas,
casta de príncipes,
vívidas piedras.

Cuando tú subes
la dura cuesta
de la esperanza,
la cruz te espera.

Amado. Amada.
Los dos se estrechan
en un abrazo
y en una entrega.

La muerte muere
de muerte negra
cuando tu sangre
moja la tierra.

Porque otra llama
tu sangre quema,
triunfas perdiendo,
callando enseñas.

Eternos himnos
por tu proeza
México entone,
de Dios poeta.

Gloria sea al Padre
y al Hijo sea,
en el Espíritu,
laude perfecta. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Felipe sufrió el martirio y confesó el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Salmo 114 - ACCIÓN DE GRACIAS

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.

Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Felipe sufrió el martirio y confesó el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Ant 2. San Felipe exclamó: «Jesús, Jesús, Jesús», y entregó su espíritu al Señor.

Salmo 115 - ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. San Felipe exclamó: «Jesús, Jesús, Jesús», y entregó su espíritu al Señor.

Ant 3. Te doy gracias, Señor Jesucristo, porque he merecido dar testimonio de tu fe.

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Te doy gracias, Señor Jesucristo, porque he merecido dar testimonio de tu fe.

LECTURA BREVE    Flp 1, 18-21

Como quiera que sea, si Cristo es predicado, yo me alegro y me alegraré. Sé que esto redundará en provecho mío, debido a vuestra oración y a la asistencia del Espíritu de Jesucristo. Tengo la firme esperanza de que en ningún caso he de fracasar, y que con toda seguridad, ahora como siempre, Cristo será enaltecido en mí, ya sea por mi vida o ya sea por mi muerte. Que para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia.

RESPONSORIO BREVE

V. Para mí la vida es Cristo, y la muerte es una ganancia.
R. Para mí la vida es Cristo, y la muerte es una ganancia.

V. Cristo será enaltecido en mí, ya sea por mi vida o ya sea por mi muerte.
R. Y la muerte es una ganancia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Para mí la vida es Cristo, y la muerte es una ganancia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Abriéronse las puertas del cielo al bienaventurado Felipe, que, entre protomártires del Japón, fue el primero en recibir la corona.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.
Abriéronse las puertas del cielo al bienaventurado Felipe, que, entre protomártires del Japón, fue el primero en recibir la corona.

PRECES

Poniendo nuestro gozo en el Padre de los cielos, de quien procede todo bien, digámosle:

Señor, haz que seamos instrumentos de tu paz.

Padre nuestro, que nos amaste hasta darnos a tu Hijo único, para que con su muerte nos diera la vida,
concédenos que, como san Felipe de Jesús, amemos a nuestros hermanos, los hombres, hasta el sacrificio de nosotros mismos.

Padre celestial, que enviaste a tu Hijo al mundo para enseñanrnos el verdadero amor y el perdón de las injurias,
concédenos que no busquemos sólo ser amados, sino, sobre todo, amar y perdonar.

Padre eterno, que con el Verbo y el Espíritu Santo renuevas toda las cosas,
concédenos que, como san Felipe de Jesús, renovemos nuestro ser bajo el impulso de tu gracia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Padre bondadoso, que por la cruz de tu Hijo otorgaste la vida eterna a nuestro santo Patrono,
otorga también esa vida a todos los fieles difuntos.

Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:

Padre nuestro...

ORACION

Dios nuestro, que te dignaste aceptar la sangre de san Felipe de Jesús como una primicia de la fe de nuestro pueblo, concédenos, por su intercesión, madurar en esa misma fe, para que demos testimonio de ella no sólo con las palabras, sino sobre todo con los actos de nuestra vida diaria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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